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miércoles, 3 de febrero de 2016

SER IDEAL


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LA ULTIMA RATIO .COM

CONTENIDO:

1       EL ORBE IDEAL.-

2       CARACTERIZACIÓN DE LOS OBJETOS IDEALES.-

2.1         Inespacialidad.-

2.2         Intemporalidad.-

2.3         Idealidad.-

2.4         El ser de los objetos ideales.-

3       CONOCIMIENTO DE LOS OBJETOS IDEALES –

4       RELACIÓN ENTRE OBJETOS IDEALES Y REALES.-

5       LOGICA JURIDICA.-

 


Antes de exponer las notas distintivas de los objetos ideales, advertimos que su comprensión no ha de ser llana para las mentes apegadas a lo ordinariamente sabido, para quienes no han superado el tosco materialismo reprochado por Jesús al Apóstol Tomás. El conocimiento de los caracteres de la idealidad requiere de una actitud libre, desembarazada de prejuicios arraigados en la gente. Es una aventura mental en el mundo de esencias e importa la facultad sutil de abstraer y aprehender lo intangible, lo inefable.1

1.- EL ORBE IDEAL.-

Fuera del ser real someramente descrito en sus cuatro estratos, está el mundo del "ser ideal" que comprende entidades de naturaleza especial, diferente y casi antagónica a la materia, la vida, la psique y el espíritu que integran la realidad temporal.

Como presentación de este extraño cosmos de las ideas, diremos que destacan en él los entes matemáticos, las relaciones y las estructuras lógicas.

Los más conocidos, en sus formas usuales, son los objetos matemáticos: el punto ideal, sin ninguna dimensión, que se representa con una pequeña circunferencia (.); la línea geométrica, pura longitud e imposible de ser trazada en la realidad 2; la superficie de sólo dos dimensiones -largo y ancho-, sin profundidad, y por eso irrealizable; los números imaginarios; las raíces; las proporciones; las ecuaciones; etc.

Las relaciones refieren un objeto a otro denotando correspondencia, comparación, dependencia, pertenencia, situación y tiempo3. Puestos entre paréntesis los objetos a los que conciernen - automóviles, animales, sistemas monetarios, conjuntos de números, etc.- las relaciones en sí mismas son ideales4.

Las estructuras lógicas - conceptos, juicios y raciocinios- igualmente pertenecen al ser ideal. De pasada y únicamente para justificar esta afirmación, nos referiremos al concepto como elemento con que se forman los juicios, sin olvidar que varios juicios relacionados adecuadamente integran un razonamiento.

En la realidad existen, este, aquel, cien o mil caballos, pero el concepto "caballo" es un ente ideal, aplicable a todos los caballos que ha habido, hay o habrán. Al abrigo de toda contingencia, tiene este concepto una manera de ser imperturbable y eterna. Puede desaparecer toda la especie equina, pero el concepto "caballo", situado en la esfera de lo ideal, es ajeno a esa peripecia zoológica, y como estructura lógica subsistirá siempre. Otros conceptos corresponden a seres imaginarios, sin que por eso su contextura lógica se resienta, pues, tienen, por así decir, vida propia en el mundo ideal; tales los conceptos de centauro, sirena, don Quijote, que entitativamente son idénticos a los conceptos de objetos reales.

2.- CARACTERIZACIÓN DE LOS OBJETOS IDEALES.-

El "ser" es una categoría amplia que comprende tanto objetos reales como ideales, aunque unos y otros tienen caracteres propios.

En los seres ideales resaltan tres enunciados: inespacialidad, intemporalidad e idealidad; además, la única vía para conocerlos es la razón.

2.1.- Inespacialidad.-

Una parte de lo real, los procesos psíquicos y muchos objetos espirituales son incorpóreos, no ocupan un lugar en el espacio5. Lo mismo puede decirse de todo lo ideal. Los números, las estructuras lógicas y las relaciones son inmateriales, inespaciales, no están localizadas en ninguna parte. Por eso tienen el don de la ubicuidad; pueden ser aprehendidos, sin alterarse ni agotarse, por seres capaces de pensarlos situados en distintas regiones del universo. En América como en Asia, en la Tierra como en Marte, el cuatro es cuatro, su entidad es la misma.

2.2.- Intemporalidad.-

A esta nota de inespacialidad, los objetos ideales añaden algo absolutamente propio: la intemporalidad. Intemporalidad significa que no tienen principio ni fin; subsisten sin las vicisitudes que el transcurso del tiempo imprime en la materia, la vida, los estados anímicos y la cultura. Las relaciones, los conceptos, los números y las figuras geométricas permanecen inmutables y no sólo que no cambian sino que no pueden cambiar, porque de suceder esto, dejarían de ser lo que son para adquirir un modo de ser diferente, devendrían en algo distinto: si modificamos el "6", deja de ser "seis" para ser otra cifra. Donde quiera y siempre, son idénticos a sí mismos, incorruptibles e indestructibles; jamás varían. El tiempo no pasa, no existe para ellos.

2.3.- Idealidad.-

Si la temporalidad es la determinación fundamental de los objetos reales, sumada a la espacialidad en gran parte de ellos, conclúyese que los objetos fuera del tiempo y exentos de espacio, necesariamente no pertenecen al ser real. Por eso forman una esfera aparte, la del ser ideal.

La idealidad de las relaciones, los entes matemáticos y las estructuras lógicas se hace evidente al considerar su absoluta extrañeza a la causalidad. La manera cómo los objetos ideales enlazan unos con otros es la implicación: la superficie supone la línea; la esfera, el círculo; el número siete, las cifras anteriores (seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno y cero). Esta forma de relación en que un ente implica la existencia de otro, es radicalmente distinta a la trabazón de causa a efecto de algunos estratos de la realidad: sería absurdo pretender que el "3" ocasiona su raíz cuadrada "1.7321", en el mismo sentido que el calor licúa un metal.

También en las estructuras lógicas se da esta vinculación ideal: en el silogismo, la conclusión correcta se deduce de las premisas, porque está implicada en ellas.

Extraños a la circunstancia tiempo-espacial, marginados de la causalidad, los objetos ideales se resisten a ser identificados con la realidad y tampoco pueden ser anegados en la nada; son algo sui- géneris. Poseen un ser especial, más exactamente, consisten en esencias incontaminadas. En una frase, son ideas puras, netas. Pero, nótese claramente, son a su modo, idealmente. Este carácter ideal los exime de la causalidad, los hace invulnerables a los embates del tiempo y a los efectos de un determinado ambiente espacial.

2.4.- El ser de los objetos ideales.-

Los entes ideales tienen una estructura simple, su ser es diáfano, sin espurios agregados. El círculo es el círculo y nada más; la relación de igualdad es eso, y no otra cosa; el concepto "hombre" es la significación elemental concerniente a los individuos del género humano y, por tanto, aplicable a todos los hombres, con exclusión de los demás seres. Una existencia espectral y abstracta es peculiar y privativa de los objetos ideales. Empero, frente al hombre afirman rotundamente su manera de ser, absolutamente independiente y rígida, al punto que no puede modificarlos ni en mínima parte como lo hace, ocasionalmente, con los objetos reales; es por completo inverosímil alterar la más simple operación aritmética (2 + 2 = 5) o invertir o tergiversar válidamente un raciocinio evidente.

3.- CONOCIMIENTO DE LOS OBJETOS IDEALES –

Las relaciones, los entes matemáticos y las estructuras lógicas, en su esencial forma de ser, no impresionan nuestros sentidos, no son maleables a la acción de la voluntad ni pueden ser descubiertos por intuición emotiva. Unicamente son asequibles mediante la intuición ideal y la vía discursiva.

La intuición es el conocimiento directo e inmediato de un objeto. El conocimiento discursivo nos da el objeto "como término de un razonamiento."6

Ciertamente el conocimiento de los objetos ideales suele requerir del auxilio de los datos de la experiencia sensible. De cinco sillas que están a la vista, que las podemos tocar con las manos, transformarlas y destruirlas, inferimos -intuimos- la entidad ideal "cinco". La realidad (sillas de madera) ha sido el punto de partida, pero una vez desechada totalmente, nos queda un objeto ideal: él "cinco" que puede aplicarse a cualesquier seres reales o ideales -frutas, bestias, astros, juicios, relaciones, etc.- y que deviene en una entidad matemática con existencia autónoma, sin obligada referencia a otros objetos, simplemente como el dígito "5", conocido y estudiado con los demás números. Este proceso no se detiene ahí, cada vez remonta más alto. Ya en álgebra se emplean guarismos sin ninguna referencia directa a realidades empíricas: en la ecuación a+b+c = m2, cada letra puede tener infinidad de equivalencias numéricas. Se ha roto por completo con la realidad, quedando en la esfera de la pura idealidad. Y téngase en cuenta que aún estamos en los pisos más modestos de las matemáticas.

Los números, los axiomas matemáticos, los principios lógicos (de identidad, de contradicción, del tercer excluido y de razón suficiente) son aprehendidos racionalmente por intuición ideal. La demostración de un teorema y el silogismo son paradigmas del conocimiento discursivo, del razonamiento.

También las relaciones entre objetos son captadas idealmente: contemplamos dos automóviles, que son los términos de la relación, pero la igualdad o la diferencia que media entre ellos no nos revela la percepción sensible sino la intuición ideal.

En síntesis, conocemos los objetos ideales por intuición ideal y por el razonamiento.

En cambio, los objetos físicos se dan directamente a los sentidos: vemos un cuadro, oímos una melodía. Los estados de conciencia propios los aprehendemos inmediatamente: sentimos alegría, temor, evocamos un recuerdo. Es decir, la realidad externa e interna la conocemos por intuición sensible.

Asimismo, algunos valores como la belleza, la bondad y la justicia son accesibles por intuición emotiva.

Debemos despejar una duda. Aunque los signos con que se representan los entes ideales son percibidos por los sentidos, no tienen otra misión que mentar, para quienes están al tanto de su significado, un contenido de naturaleza ideal: los rasgos "8" y "VIII", a pesar de ser diferentes, expresan la misma cifra "ocho", que es una idea inalterable en el tiempo y en el espacio. Hay símbolos de nociones imposibles para la experiencia fáctica: +oo (más infinito), -oo (menos infinito). También los signos: = (igual), > (mayor que) y < (menor que) son meros auxiliares para pensar dichas relaciones. Entre el signo que lo expresa y el significado del concepto, hay la misma dependencia: las letras y los sonidos de "horse" no dirán nada a quien no sepa el sentido de esta palabra en inglés.

4.- RELACIÓN ENTRE OBJETOS IDEALES Y REALES.-

Los objetos ideales no pueden ser convertidos en reales, porque sus atributos son enteramente opuestos: el "3" jamás será trasmutado en una substancia corpórea sometida al tiempo y arraigada en un lugar.

El abismo entre lo ideal y lo real no comporta un aislamiento absoluto y total, pues, de ser así, ni remotamente tendríamos noción de los entes ideales. La persona humana vincula o halla vinculaciones entre ambas formas del ser, realidad e idealidad.

Efectivamente, el conocimiento de los objetos del contorno se inicia con impresiones sensibles que son elaboradas por la conciencia, y se ultima a través de ideas. "Sobre el dato sensible, la razón puede tomar dos caminos: puede reunir datos contingentes, abstrayendo ciertas notas comunes y formando tipos empíricos... (por ej., definimos tal especie zoológica); y puede también, en ciertos casos, elevarse directamente a la intuición de 'esencias', de algo universal que se da en cada ejemplar individual (como cuando de la percepción de un color concreto nos remitimos a la esencia color, al color como momento universal."7Conocemos mediante el pensamiento.

Si "conocer es aprehender teóricamente los objetos, sus modos y sus relaciones"8, el conocimiento de algo material -una montaña, un animal- no es una captura física del objeto sino un concebirlo mentalmente, un atraparlo en una red de ideas. El sujeto cognoscente no posee lo conocido, simplemente tiene ideas acerca de él.

Las ideas, sin dejar de ser tales, deben corresponder con precisión a las cosas y sus propiedades, para que el conocimiento resulte exacto, por eso los entes matemáticos, los lógicos y las relaciones sirven de instrumento para conocer, en la medida que coinciden con los objetos a los que se aplican, y nos permiten actuar efectivamente sobre ellos.

Lo específico del hombre frente a los otros seres animados está en su aptitud para conocer teóricamente su medio ambiente y para crear su cultura, lo cual consigue, forzosamente, con ideas. El mundo ideal contribuye decisivamente al mantenimiento del espíritu objetivo y objetivado y a la afirmación integral de la persona humana.

5.- LOGICA JURIDICA.-

El estudio de los principios fundamentales del pensamiento, sus leyes y estructuras (concepto, juicio y raciocinio) es objeto de la lógica general que se define como la "ciencia de los pensamientos en cuanto tales"9. La advertencia limitativa de la última frase es importante. Expliquémosla.

El pensamiento tiene la especialísima condición de referirse, indefectiblemente, a algo extraño a él. "Todo pensamiento es pensamiento de algo, y este algo es el objeto del pensamiento, que jamás se identifica con él"10. No hay nada, absolutamente nada, que no pueda ser contenido del pensamiento: una roca, una planta, una emoción, una moneda (objetos reales); x2 + c = y3, el centauro (objetos ideales); la justicia (valor); Dios (objeto divino); etcétera11. Pero se da el fascinante caso de que el pensamiento no sólo puede servir para referirse a otros objetos sino que él también puede ser objeto intencional de otros pensamientos. El estudio sistemático del pensamiento, por obra de otros pensamientos, es la finalidad de la lógica general. Esta ciencia estudia el pensamiento con prescindencia de sus contenidos, vaciado de sus referencias a otros objetos; cuando queda en estructura desnuda, en pura forma. Pongamos un ejemplo.

En el pensamiento: "El Libertador venció en Junín", su contenido, es decir, la victoria de Bolívar y su significación para los países sudamericanos, es un hecho propio de la historia, pero lo que resta, una vez expurgado de su connotación histórica, es objeto de la lógica, la cual dirá que es un juicio categórico y determinará sus elementos (concepto-sujeto, cópula y concepto-predicado). Así, la lógica estudia el pensamiento descarnado, sin referencia a su contenido.

La relación del contenido del pensamiento con el objeto en él mentado, es tratada por la "teoría del conocimiento" al estudiar la verdad. Un pensamiento es verdadero cuando concuerda con su objeto; por ejemplo, el juicio "esta mesa es de roble" es verdadero si realmente es de dicha madera, pero es falso si es de pino.

Además de la lógica general que, en principio, abarca todos los géneros de pensamiento en sus formas universales12, encontramos las lógicas especiales que estudian las formas y legalidades del pensamiento de cada una de las ciencias: lógica de las matemáticas, de la física, de la historia, etc. Entre estas lógicas especiales está la lógica jurídica.

Para Eduardo García Máynez, la lógica del derecho, más que aplicación, es complemento de la lógica general, por los desarrollos que imponen los particularismos del pensamiento jurídico.

Algunos principios de la lógica tradicional que conciernen a los juicios enunciativos -S es P- no son aplicables a los juicios12 del derecho, por cuanto éstos no son verdaderos ni falsos; antes bien, se atienen a los principios de validez o invalidez de las normas.

Así, los atributos de verdad o falsedad de los juicios enunciativos, no se avienen a las normas, es decir, a los juicios que imponen deberes o conceden derechos: el precepto "no difamar" prescribe un deber sin ser verdadero ni falso.

Otros juicios del derecho afirman una relación de conformidad o discrepancia entre la conducta humana y lo preceptuado por la norma13: Juan ha cumplido -o violado- el mandato de la ley.

Según la lógica clásica, cualquier concepto -refiérase a entes reales, ideales, fantásticos o imposibles- puede ser sujeto lógico de un enunciado; mas, en el juicio que expresa una norma jurídica, el concepto- sujeto necesariamente ha de corresponder a una persona jurídica, en razón de que la cópula exclusivamente a ella le atribuye los derechos y deberes contenidos en el predicado15.

Esta sucinta y fragmentaria exposición nos permite aseverar la importancia del estudio de los objetos ideales para la ciencia jurídica.

1 Consúltese obras de introducción a la filosofía, entre otras: Manuel García Morente, Lecciones Preliminares de Filosofía, varias ediciones, Losada, Buenos Aires. Aloys Müller, Introducción a la Filosofía (traducción de José Gaos), 2a. ed., Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1940. Luis Carranza Siles, Introducción a la Filosofía, Editorial Juventud, La Paz, 1958.

2 La línea trazada en papel tiene longitud, ancho y espesor; esta última dimensión, imperceptible por su pequeñez, puede ser vista con microscopio.

3 "Las relaciones entre objetos reales son establecidas por el espíritu a base de IDEAS GENERALES de COMPARACION (semejanza, diferencia, mayor, menor); de DEPENDENCIA (causa, efecto, dependiente, independiente); de PERTENENCIA (tiene, carece); de INTENCION (afectado, sentido, visto); de RELACION ESPACIAL (arriba, abajo, a la derecha, a la izquierda, cerca, lejos); de RELACION TEMPORAL (antes, después, al mismo tiempo)". Augusto Pescador, Ontología, pág. 50.

44 En matemáticas, un conjunto de variables es función de otro conjunto por la relación que los vincula.

5 "Sin embargo, los objetos psíquicos poseen una referencia espacial indirecta, porque todo hecho de conciencia pertenece a un sujeto consciente, que, si bien en cuanto tal no es espacial, está adscrito a un cuerpo". Francisco Romero y Eugenio Pucciarelli, Lógica, 13a. Ed., Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1951, pág. 16.

6 Francisco Romero y Eugenio Pucciarelli, ob. cit: pág. 104

7 Id. Id., pág. 101

8 Id. Id., pág. 98

9 Id. Id., pág. 15

10 Id. Id., pág 16

11 A. Pfánder, Lógica (traducción de J. Pérez Bances), 2a. Ed., Espasa Calpe, Buenos Aires, 1940, págs. 13 y 14.

 Id. Id., pág. 28

12 Juicio en sentido lógico, no en la acepción de proceso judicial.

1314 Véase Kelsen, Teoría General de Derecho y del Estado, pág. 48

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